Hoy, un montón de años después mi hijo Nico me ha echado una igual por Reyes; le he llenado el tanque, en vez de gasolina, de lágrimas con un nudo en la garganta más grande que la petaca del escape. Ha dado con una idéntica en Cantabria y me la he encontrado en medio del patio hace un rato. Me he puesto la camiseta que debía para compartir mi alegría con ustedes que sabréis apreciarla como buenos moteros.